Cómo la gestión de la presurización y los flujos de aire han evolucionado en los centros médicos de Chile, marcando un hito en la operación energética de sus instalaciones.
Los pasillos de los centros de salud chilenos, otrora espacios donde la gestión del aire se percibía como un mero componente operativo, hoy revelan una historia de aprendizaje y redefinición. La presurización y los flujos dentro de estas edificaciones han transitado de ser consideraciones secundarias a ejes centrales en la planificación energética y sanitaria. Mirando atrás, la implementación de sistemas de climatización en hospitales solía priorizar la funcionalidad básica: mantener una temperatura y asegurar la renovación de aire. Sin embargo, la sofisticación requerida para aislar zonas críticas mediante diferencias de presión, o para dirigir flujos de aire contaminado lejos de áreas estériles, implicó desde un inicio una demanda energética considerable.
Durante mucho tiempo, la preocupación primordial era la seguridad del paciente y del personal, y si bien siempre se buscó la eficiencia, no siempre fue el punto de partida en el diseño. Se observó cómo algunos sistemas sobredimensionados o con controles poco ajustados podían llevar a un consumo que excedía lo necesario, generando un desafío para la infraestructura y el presupuesto operativo. Las lecciones aprendidas de estas fases iniciales han sido fundamentales para moldear el enfoque actual, donde la intersección entre ingeniería de fluidos y gestión energética es ineludible.
Hoy, la visión ha madurado significativamente. Los proyectistas y operadores en Chile entienden que la gestión inteligente de la presurización y los flujos no es solo una medida de bioseguridad, sino una pieza clave en la ecuación energética total del edificio. Se busca un equilibrio donde la protección sanitaria no comprometa la eficiencia, y viceversa. Esta perspectiva, forjada a partir de la experiencia pasada, impulsa la adopción de soluciones que integran diseño arquitectónico y sistemas mecánicos desde las primeras etapas de un proyecto.
La implementación de sistemas de control dinámico, capaces de ajustar las condiciones de presurización y el volumen de aire según la ocupación o las necesidades específicas de cada momento, representa un cambio paradigmático. Esto no solo optimiza el rendimiento operativo de los equipos de ventilación y climatización, sino que también recalibra la huella energética de estas complejas instalaciones, aprendiendo de las experiencias pasadas para construir un presente y futuro más consciente con los recursos disponibles, y asegurando ambientes controlados que son tan eficientes como seguros.