
En la fase de ejecución, la optimización de recursos cobra protagonismo. Se estima que la incorporación de áridos reciclados (RAR) en proyectos viales podría generar un ahorro de hasta el 8% en costos de materiales, con una proyección de alcanzar el 15% de uso en obras de infraestructura urbana para 2026, según proyecciones del sector. La gestión de residuos de construcción y demolición (RCD) deja de ser una carga para convertirse en una fuente de valor. Estudios piloto en ciudades como Buenos Aires y Córdoba demuestran que la gestión eficiente de RCD puede reducir el volumen enviado a rellenos sanitarios en un 30% en obras de mediana escala, liberando recursos logísticos significativos y minimizando costos de disposición.
La Dirección Nacional de Vialidad y organismos provinciales están en proceso de actualizar sus pliegos de licitación, incorporando criterios de circularidad. Esto incluye la valoración de propuestas que contemplen el uso de materiales reciclados, la eficiencia energética en obra y planes de recuperación de recursos. El Ministerio de Obras Públicas, en conjunto con secretarías provinciales, proyecta para el bienio 2025-2026 un incremento del 20% en la demanda de insumos provenientes de procesos circulares en licitaciones de gran envergadura. Esto impulsa la necesidad de desarrollar un mercado robusto para materiales secundarios, requiriendo inversión en plantas de procesamiento y certificación de calidad.
Para los contratistas, la adaptación implica invertir en equipamiento de demolición selectiva, capacitar al personal en técnicas de separación en origen y establecer alianzas con centros de reciclaje. La trazabilidad de los materiales, desde su origen hasta su reintroducción en el ciclo productivo, se vuelve crucial. A corto plazo, si bien los costos iniciales de implementación de nuevas metodologías pueden percibirse como un desafío, los beneficios a mediano plazo en reducción de costos operativos, cumplimiento normativo y mejora de la imagen corporativa justifican la inversión. La logística inversa, es decir, el retorno de materiales al punto de origen o a plantas de reciclaje, será una capacidad indispensable para las empresas que busquen competir en este nuevo escenario de obra pública nacional.