
No obstante, la adopción masiva enfrenta barreras significativas. El costo de producción y de la materia prima, aunque en tendencia descendente, sigue siendo superior al de los materiales convencionales. La complejidad de su manipulación, la necesidad de mano de obra especializada y la todavía incipiente estandarización de códigos y normativas de diseño a nivel global representan desafíos que la industria aborda con cautela.
De cara a las proyecciones a largo plazo, hacia el horizonte de 2035-2045, se anticipa una expansión considerable del mercado de las fibras de carbono en la construcción. La inversión en I+D busca reducir los costos de fabricación a través de procesos más eficientes y el desarrollo de fibras de menor módulo, pero con prestaciones optimizadas para la construcción. Se espera la proliferación de materiales híbridos que combinen las fibras de carbono con otras matrices para alcanzar propiedades sinérgicas. Además, la integración de tecnologías ‘inteligentes’, como sensores embebidos en los compuestos de fibra de carbono para monitoreo estructural en tiempo real, se perfila como un avance clave para la gestión proactiva de infraestructuras.
Geográficamente, se prevé que la demanda crezca no solo en los mercados maduros, sino también en economías emergentes que priorizan la durabilidad y la resiliencia frente a fenómenos naturales o el envejecimiento de su parque edilicio. La educación y la capacitación de ingenieros y constructores en el diseño y la aplicación de estos materiales serán fundamentales para superar las limitaciones actuales. En definitiva, las fibras de carbono están llamadas a ser un pilar fundamental en la estrategia global para construir infraestructuras más robustas y longevas, siempre que los avances en costos y estandarización sigan su curso proyectado.