
Estudios recientes de consultoras globales como CBRE y JLL revelan que el 65% de los nuevos proyectos residenciales en grandes metrópolis europeas y asiáticas, y un 40% en ciudades clave de América Latina, están priorizando unidades con superficies optimizadas. Esta dinámica responde a una generación que valora la experiencia sobre la posesión de grandes espacios, y a la necesidad de viviendas más asequibles sin sacrificar la calidad de vida. La pandemia de COVID-19, si bien impulsó inicialmente la búsqueda de más espacio, ha catalizado también la necesidad de que cualquier metraje, por pequeño que sea, ofrezca una flexibilidad sin precedentes para adaptarse a funciones como el trabajo remoto, el ocio y la convivencia.
En este contexto, las claves del diseño se centran en la maximización de cada centímetro cuadrado. La multifuncionalidad se erige como el pilar fundamental, donde muebles transformables y paredes móviles permiten que un mismo espacio se adapte a diferentes usos a lo largo del día. Se observan soluciones como camas plegables integradas en mobiliario, mesas extensibles que desaparecen y cocinas compactas que se camuflan. La modularidad y la prefabricación también ganan terreno, permitiendo una construcción más rápida, eficiente y con menor impacto ambiental, así como una mayor flexibilidad para futuras adaptaciones o expansiones. La integración tecnológica inteligente es otro diferenciador, con sistemas de domótica que controlan iluminación, climatización y seguridad, e incluso soluciones de almacenamiento automatizadas, contribuyendo a la percepción de orden y amplitud.
En un análisis de coyuntura global, vemos ejemplos que ilustran esta tendencia. Ciudades como Tokio y Nueva York han sido pioneras en los micro-apartamentos, pero ahora la tendencia se extiende a urbes como Berlín, Melbourne o Buenos Aires, donde los ‘coliving’ y ‘microliving’ son cada vez más populares. Estos modelos no solo ofrecen viviendas pequeñas, sino que complementan la oferta con amplias zonas comunes (coworking, gimnasios, cocinas comunitarias, áreas de ocio) que expanden virtualmente el espacio habitable de cada residente. En el norte de Europa, el diseño minimalista y la elección de materiales sostenibles como la madera laminada o composites reciclados, son la norma, priorizando la eficiencia energética y la huella de carbono reducida.
Desde la perspectiva de mercado, los desarrolladores están invirtiendo en investigación y desarrollo para ofrecer prototipos que integren estas soluciones de diseño avanzado. La demanda no solo proviene de jóvenes profesionales, sino también de adultos mayores que buscan reducir su espacio y sus costos de mantenimiento. Los desafíos radican en la normativa urbana, que a menudo no está adaptada a estas tipologías, y en asegurar que la calidad de los acabados y la ingeniería de los sistemas de mobiliario transformable sean duraderos y fiables. En definitiva, el diseño de viviendas pequeñas y funcionales en 2025 ya no es una solución de compromiso, sino una afirmación consciente de un estilo de vida que prioriza la eficiencia, la flexibilidad y un bienestar integral.