
31/08/2025 l Interés General
La perspectiva del consumidor es aquí fundamental. Si bien un arquitecto o constructor puede proyectar un cronograma ideal, el cliente debe ser consciente de que factores como la burocracia para la obtención de permisos y habilitaciones municipales, que en algunas jurisdicciones argentinas puede extenderse por varios meses; las condiciones climáticas adversas que pueden detener el avance de obra; la disponibilidad de mano de obra especializada, que ha experimentado fluctuaciones significativas; y, por supuesto, las decisiones de diseño y modificaciones que el propietario pueda solicitar durante el proceso, son todos elementos que desvirtúan cualquier previsión lineal. Un estudio comparativo de 2023 de la International Construction Management Association (ICMA) señalaba que casi el 60% de los proyectos residenciales a nivel global exceden su plazo inicial en al menos un 20%, con desviaciones aún mayores en economías emergentes debido a factores macroeconómicos y regulatorios.
Así, la promesa de ‘tu casa en seis meses’ debería ser mirada con una saludable dosis de escepticismo. La realidad es que, desde la concepción del proyecto hasta la entrega de llaves, un lapso de 18 a 24 meses se perfila como un escenario más realista y prudente para una vivienda de complejidad media en Argentina. Es imperativo que el consumidor exija contratos claros, cronogramas detallados con hitos verificables y, crucialmente, cláusulas que contemplen demoras y compensaciones, así como una comunicación fluida y transparente con todos los actores involucrados. La experiencia reciente nos muestra que el factor tiempo, más allá de ser una mera cifra en un calendario, se ha convertido en un componente crítico de la ecuación de costos y, sobre todo, de la tranquilidad del inversor.