El murmullo de los trenes en Argentina, lejos de ser un mero eco del pasado, acompaña hoy la metamorfosis de sus estaciones en epicentros de actividad renovada. Tradicionalmente concebidas como puntos de embarque y desembarque, estas infraestructuras se están redefiniendo a marchas forzadas para integrar funciones comerciales, culturales y de servicios, transformándose en nodos urbanos complejos. Esta evolución, si bien es una respuesta pragmática a las demandas de conectividad y dinamismo urbano del siglo XXI, plantea un desafío significativo y una oportunidad estratégica desde la perspectiva de la gestión del capital humano. La cuestión central ya no es solo cómo se adaptan los edificios, sino cómo el ecosistema de talento y habilidades se alinea con esta nueva visión arquitectónica y funcional de las estaciones.
La transición de las estaciones de tren hacia espacios multifuncionales exige una revisión profunda de los perfiles laborales y las capacidades operativas. Análisis recientes, llevados a cabo por consultoras especializadas en infraestructura y desarrollo urbano en la región metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y otras capitales provinciales como Córdoba y Rosario, señalan una demanda creciente de roles que fusionan la logística del transporte con habilidades en hospitalidad, retail management, tecnología digital y seguridad avanzada. Ya no basta con personal dedicado a la operación ferroviaria; se requieren equipos multidisciplinarios capaces de gestionar experiencias de usuario en centros comerciales, coordinar eventos culturales y mantener sistemas inteligentes de información y vigilancia.
Desde la perspectiva de Recursos Humanos, esto implica varias líneas de acción urgentes. Primero, la **recalificación y el upskilling** de la fuerza laboral existente. Programas de capacitación intensivos en atención al cliente, marketing digital, gestión de espacios y protocolos de emergencia son indispensables para transicionar roles. Segundo, la **atracción de nuevo talento** con perfiles tecnológicos y de servicios, lo que demanda estrategias de employer branding y propuestas de valor adaptadas a generaciones más jóvenes. Tercero, la **optimización de la estructura organizacional** para fomentar la colaboración entre diferentes áreas y la flexibilidad operativa. Finalmente, la implementación de **sistemas de gestión del desempeño** que reconozcan la versatilidad y la proactividad. La transformación de nuestras estaciones no es solo un proyecto de hormigón y acero, sino, fundamentalmente, un desafío de personas y habilidades, cuyo éxito dependerá directamente de la capacidad de adaptación y desarrollo de su capital humano.