
En contraste, y con una ‘historia reciente’ de rápido desarrollo, Latinoamérica, particularmente la franja andina y la Patagonia, ha comenzado a forjar su propia identidad arquitectónica de cumbre, adoptando y adaptando principios internacionales a sus desafíos específicos. La sismicidad inherente a la Cordillera de los Andes impone consideraciones estructurales adicionales, donde las cimentaciones deben ser robustas y capaces de disipar energía, a menudo empleando pilotes profundos o losas armadas sobre sustratos rocosos. Los vientos patagónicos, conocidos por su ferocidad constante, han impulsado el desarrollo de fachadas ventiladas y envolventes herméticas, donde materiales como el acero corten, la chapa metálica y el hormigón visto, a menudo combinados con madera de especies nativas, no solo ofrecen resistencia sino también una estética que arraiga el edificio en el paisaje. Las soluciones para cargas de nieve, si bien inspiradas en modelos europeos, se adaptan a las particularidades de las nevadas andinas, que pueden ser extremadamente variables, recurriendo a estructuras de cubierta capaces de soportar pesos considerables o a diseños que favorecen el derretimiento y el drenaje controlado.
Las proyecciones para la arquitectura de montaña en Latinoamérica, hacia mediados de la década, apuntan a una mayor integración de tecnologías pasivas y activas. Veremos un incremento en el uso de sistemas prefabricados modulares que facilitan la construcción en sitios remotos y minimizan el impacto ambiental. La domótica y la inteligencia artificial jugarán un papel crucial en la optimización del consumo energético, ajustando la calefacción, la ventilación y la iluminación en tiempo real según las condiciones climáticas y el uso. Se espera un fuerte énfasis en la generación de energía in situ, mediante paneles solares fotovoltaicos, microturbinas eólicas y sistemas geotérmicos, buscando la autonomía energética. Asimismo, la investigación en nuevos materiales composites y técnicas constructivas avanzadas para la resistencia al viento y la sismicidad será fundamental. La arquitectura de cumbre en la región no solo se trata de construir una casa, sino de diseñar un refugio integral que honre la magnificencia y a la vez resista la indomable fuerza de la montaña, estableciendo un nuevo paradigma de vida en las alturas.