
Desde una óptica logística, las ciclovías están abriendo nuevas avenidas para la ‘última milla’. Empresas de delivery y e-commerce están optimizando sus operaciones con flotas de bicicletas eléctricas y cargos, reduciendo costos operativos, tiempos de entrega en zonas congestionadas y su huella de carbono. Esta tendencia ya se observa en metrópolis como São Paulo y Santiago, y Argentina no es la excepción, con hubs logísticos urbanos replanteando su distribución para aprovechar esta modalidad y ofrecer servicios más eficientes y sostenibles.
Cualitativamente, la inversión en esta infraestructura genera beneficios tangibles e intangibles. Contribuye a la descongestión vehicular, reduce la contaminación sonora y atmosférica, y mejora la salud pública al fomentar la actividad física. Estos factores, aunque difíciles de cuantificar monetariamente de inmediato, se traducen en ciudades más atractivas para vivir e invertir, impactando positivamente en la productividad y en el atractivo para el talento profesional. La experiencia de ciudades como Curitiba en Brasil o Montevideo en Uruguay, con sus programas de infraestructura ciclista robustos, demuestra cómo una inversión pública focalizada puede elevar la calidad de vida urbana y, simultáneamente, potenciar el comercio local al facilitar el acceso peatonal y ciclista a áreas comerciales, impulsando economías de proximidad.
Mirando hacia el futuro, el desafío reside en la integración y estandarización a escala regional. La visión a largo plazo para el Mercosur podría incluir la interconexión de redes ciclistas urbanas con vías interurbanas, o la promoción de ‘corredores verdes’ que vinculen centros poblados, no solo para el turismo sino también para el transporte laboral y de carga ligera. Esto requeriría políticas públicas coordinadas, financiamiento multi-jurisdiccional y la adopción de tecnologías inteligentes para la gestión de tráfico ciclista, estacionamientos seguros y sistemas de bicicletas compartidas avanzados. La construcción y mantenimiento de estas redes no solo implica inversión en infraestructura, sino también la creación de nuevos nichos de mercado para servicios especializados, desde el diseño y la consultoría urbana hasta la gestión de sistemas de movilidad inteligente. La red de ciclovías urbanas se perfila, entonces, como un pilar fundamental para las ciudades del mañana, un motor de desarrollo que exige una planificación estratégica y una visión comercial clara y anticipatoria por parte de todos los actores involucrados en el sector de la Arquitectura y Construcción.