
31/08/2025 l Obra pública
Históricamente, la planificación de obras públicas a menudo consideraba escenarios climáticos con una variabilidad acotada. Sin embargo, la creciente frecuencia e intensidad de fenómenos como olas de calor, tormentas severas e inundaciones demandan una revisión profunda. La perspectiva de mercado es clara: la inacción no solo representa un riesgo ambiental y social inaceptable, sino un pasivo económico creciente. Estudios recientes de entidades como el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estiman que el costo global de no adaptar las infraestructuras podría superar el 1% del PIB mundial anualmente hacia 2050, una cifra que excede con creces las inversiones preventivas necesarias.
A nivel internacional, ejemplos como los Países Bajos con sus ambiciosos “programas de espacio para el río” o ciudades costeras en Estados Unidos que invierten miles de millones en defensas contra el aumento del nivel del mar y barreras contra tormentas, ilustran la magnitud de los desafíos y las soluciones posibles. Estos proyectos no solo implican ingeniería civil avanzada, sino también una profunda integración con planificación urbana, gestión de recursos naturales y participación comunitaria. La Unión Europea, a través de sus fondos de recuperación post-pandemia, ha priorizado la infraestructura verde y la adaptación climática, enviando una señal inequívoca sobre la dirección de las inversiones globales.
Para los próximos 10 a 15 años, se proyecta un incremento sostenido en la demanda de proyectos de infraestructura ‘climate-proof’. Esto incluye desde obras de protección costera y fluvial, hasta el desarrollo de redes energéticas más resilientes frente a eventos extremos y la optimización de sistemas de gestión de aguas pluviales y residuos. El desafío para el sector público argentino radica en la capacidad de generar marcos regulatorios estables y planes de inversión a largo plazo que trasciendan los ciclos políticos, asegurando la continuidad de estas obras críticas. Desde la óptica del mercado, la transparencia en la adjudicación de obras, la promoción de asociaciones público-privadas robustas y la definición de métricas claras para la resiliencia climática serán cruciales para atraer la inversión privada necesaria. La adaptación no es una opción, sino una condición ineludible para el desarrollo económico sostenible, y el sector de obras públicas se encuentra en el epicentro de esta transformación.