América Latina evalúa la correlación entre el gasto público en infraestructura y la dinamización del empleo en el corto plazo, frente a desafíos macroeconómicos actuales.
La reactivación económica en la región latinoamericana encuentra en la inversión en obras públicas un catalizador crucial, proyectándose como un eje central para la generación de empleo local durante el año 2025. Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) subraya que, a pesar de las presiones fiscales y la volatilidad económica, varios países de la región han priorizado presupuestos destinados a infraestructura, reconociendo su efecto multiplicador. Este enfoque estratégico busca no solo modernizar la infraestructura existente y construir nuevas conexiones vitales, sino también absorber mano de obra local, ofreciendo oportunidades en diversos niveles de calificación, desde operarios hasta ingenieros y técnicos especializados. Las proyecciones a corto plazo indican que sectores como el transporte (carreteras, puentes, puertos), la energía (renovables, transmisión) y el saneamiento (agua potable, cloacas) serán los principales motores de esta demanda laboral.
El análisis financiero detallado, según un estudio de la CEPAL, revela que por cada millón de dólares invertido en proyectos de infraestructura, se pueden generar entre 15 y 20 empleos directos y hasta el doble de indirectos en el lapso de un año. No obstante, la eficiencia de esta inversión es crítica. La capacidad de los gobiernos para gestionar licitaciones transparentes, asegurar la ejecución oportuna de los proyectos y evitar sobrecostos es fundamental para maximizar el retorno en términos de empleo y desarrollo. Asimismo, la integración de pequeñas y medianas empresas (PyMEs) locales en la cadena de valor de la construcción se perfila como un factor clave para potenciar la derrama económica y la capacitación de personal. Las proyecciones para 2025 sugieren que aquellos países con marcos regulatorios sólidos y acceso a financiamiento internacional verán una materialización más efectiva de estas inversiones en indicadores de empleo, aunque el monitoreo fiscal continuo será indispensable para garantizar la sostenibilidad a corto plazo.