
La concepción de estos nuevos edificios se basa en un análisis cualitativo profundo sobre las dinámicas laborales del sector judicial. Se busca desterrar la imagen de recintos lúgubres y opresivos, dando paso a ambientes luminosos, acústicamente controlados y visualmente estimulantes. La implementación de diseños biofílicos, que integran elementos naturales y vistas hacia el exterior, busca reducir el estrés, mejorar la concentración y fomentar la creatividad, contribuyendo directamente a una menor rotación de personal y a una mayor satisfacción laboral entre jueces, fiscales, defensores y el personal administrativo.
En el ámbito regional, Chile se posiciona como un referente en esta transformación. Si bien países como Uruguay, Argentina y Brasil también han iniciado procesos de modernización de su infraestructura judicial, el enfoque chileno, particularmente en la integración de la perspectiva de recursos humanos desde las etapas de diseño y planificación, está generando considerable interés entre nuestros socios del Mercosur. La colaboración y el intercambio de experiencias en foros especializados de infraestructura pública son cruciales para validar y enriquecer estas prácticas, anticipando estándares regionales que prioricen al factor humano. A largo plazo, las proyecciones indican que estos edificios serán capaces de adaptarse a las demandas cambiantes de la justicia digital y la evolución de las modalidades de trabajo. La flexibilidad en el uso de los espacios, la infraestructura preparada para la integración de inteligencia artificial en la gestión documental y la capacidad de expandirse o reconfigurarse modularmente son pilares de esta visión. Se prevé que para el 2035, la mayor parte de la infraestructura judicial chilena responderá a estos elevados estándares, posicionando al país como líder en bienestar laboral en el sector público de la región y garantizando que la justicia no solo sea expedita, sino también humana en su origen y desarrollo.