
31/08/2025 l Arquitectura
Hablemos claro: el famoso **Valor U (Transmitancia Térmica)** nos dice qué tan bien aísla un vidrio. Un valor U bajo significa menos calor escapando en invierno y menos calor entrando en verano, un golazo para el confort y la billetera. Pero ojo, el sol es tramposo. Aquí entra en juego el **SHGC (Solar Heat Gain Coefficient)** o Factor Solar, que mide la cantidad de radiación solar que atraviesa el vidrio y se convierte en calor dentro del edificio. En la Patagonia, quizás busquemos un SHGC más alto para aprovechar el sol invernal; pero en el Litoral o el NOA, donde el sol es un martillo térmico gran parte del año, un SHGC bajo es fundamental para no fundirnos y que el aire acondicionado trabaje a lo bestia. Estos números no son decorativos; son el ADN térmico de tu diseño.
Y no olvidemos el **Factor de Sombreo**. Un buen diseño no solo elige el vidrio correcto, sino que integra soluciones externas como aleros, parasoles o persianas. Un buen sombreamiento puede reducir el SHGC efectivo de una ventana hasta en un 50-70%, sin comprometer la luz natural. Imaginemos un edificio en Córdoba o Mendoza, con su clima seco y soleado: sin un factor de sombreo bien calculado, el mejor vidrio de control solar puede quedarse corto. La integración de estos tres pilares —valor U, SHGC y sombreo— es el desafío que tenemos por delante. No es solo cumplir con la normativa (que en Argentina aún tiene mucho por evolucionar y endurecerse en este aspecto), es construir con conciencia, pensando en el bolsillo del usuario, en la carga de la red eléctrica y, sobre todo, en el legado ambiental que dejamos. El futuro de la arquitectura eficiente en Argentina no es una opción; es una obligación. ¿Estamos listos para tomar el control del sol?