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Domingo, 31 de agosto 2025
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La Razón en Piedra: Desentrañando el Neoclásico Arquitectónico

31/08/2025 l Interés General

Más allá de la estética: Un análisis comparativo de sus principios fundamentales y su persistente influencia en el urbanismo argentino.
La Razón en Piedra: Desentrañando el Neoclásico Arquitectónico


           

Caminando por los imponentes corredores de la Facultad de Derecho de la UBA o alzando la vista hacia la majestuosidad del Palacio del Congreso en Buenos Aires, es inevitable percibir una profunda declaración de principios. Estas estructuras, emblemas de nuestra identidad cívica y cultural, no son meros edificios; son testimonios pétreos de una filosofía arquitectónica que marcó un antes y un después: el Neoclasicismo. En el Argentina de 2025, donde el diálogo sobre patrimonio y futuro constructivo es constante, comprender las raíces de nuestro entorno edificado se vuelve crucial. Este estilo, surgido como una reacción consciente y deliberada en Europa a mediados del siglo XVIII, no solo redefinió la estética, sino que impregnó el imaginario colectivo con ideales de orden, simetría y proporción. Su llegada a nuestras latitudes, en el umbral del siglo XX, coincidió con la consolidación de la nación y la búsqueda de una identidad arquitectónica que proyectara estabilidad y progreso. ¿Qué lo define con precisión y, más importante, cómo se distingue de otros lenguajes que han modelado nuestras ciudades?

La Razón en Piedra: Desentrañando el Neoclásico Arquitectónico


           

El Neoclasicismo se erige sobre la veneración de la Antigüedad Clásica, particularmente la griega y romana, no como una mera imitación, sino como una reinterpretación racional de sus cánones. Sus pilares estéticos y conceptuales radican en la simplicidad formal, la pureza de las líneas, la simetría axial y el uso de elementos estructurales y decorativos extraídos directamente del repertorio clásico: columnas dóricas, jónicas y corintias, frontones triangulares, pilastras y frisos despojados de la exuberancia barroca. No busca la emoción desbordante, sino la contemplación serena y la expresión de virtudes cívicas y morales. En Argentina, esta corriente fue adoptada con fervor por la élite y el Estado, buscando proyectar una imagen de nación moderna, ilustrada y europeizada. Edificios como el Teatro Colón o el Banco Nación son ejemplos paradigmáticos de cómo el Neoclasicismo confirió monumentalidad y gravedad a nuestras instituciones.

La distinción del Neoclasicismo se hace evidente al contrastarlo con los estilos que lo precedieron y, en algunos casos, coexistieron con él. Frente al Barroco y el Rococó, el Neoclasicismo emerge como una antítesis radical. Mientras estos últimos celebraban la curva, la asimetría, la ornamentación profusa y la teatralidad emotiva –pensemos en la opulencia de las iglesias coloniales peruanas o mexicanas–, el Neoclásico aboga por la línea recta, la sobriedad, la composición equilibrada y una estricta adhesión a la razón. El ornamento se subordina a la estructura, y la expresión dramática cede paso a la noble simplicidad. En el contexto argentino, la diferenciación también es crucial respecto al Eclecticismo. Aunque a menudo se entrelazaron en el período de la ‘Generación del 80’, el Eclecticismo se caracterizaba por la libre combinación de elementos de diferentes estilos históricos, sin una adhesión estricta a un único canon, lo que podía derivar en composiciones más heterogéneas. El Neoclasicismo, en cambio, operaba con una disciplina y un rigor formal más marcados, buscando una coherencia interna basada en los principios clásicos.

Mirando hacia el corto plazo desde nuestra posición en 2025, la comprensión detallada del Neoclasicismo no es solo un ejercicio histórico. Implica reconocer y valorar el patrimonio arquitectónico que conforma gran parte de nuestros centros urbanos. Proyecta la necesidad de estrategias de conservación y puesta en valor de estos edificios, muchos de ellos icónicos, que definen la memoria colectiva y la identidad paisajística. Además, para los proyectistas y urbanistas actuales, el estudio de la claridad compositiva, la proporción y la respuesta al entorno que caracterizó al Neoclasicismo puede ofrecer lecciones fundamentales sobre la atemporalidad del diseño y la relación entre forma, función y significado, informando así un enfoque más estratégico y consciente en el desarrollo de futuros proyectos en nuestro país.

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