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Domingo, 16 de noviembre 2025
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Respirar Edificios: El Arte de la Ventilación Pasiva

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Desde el patio colonial hasta el rascacielos: la ingeniosa reinvención de corrientes de aire en la obra local para un confort interior sin enchufes.
Respirar Edificios: El Arte de la Ventilación Pasiva
El soplido del viento, ese que nuestros abuelos aprovechaban con maestría en cada rincón de sus casas, vuelve a ser protagonista en el tablero de dibujo del arquitecto argentino. En un panorama donde la búsqueda de eficiencia operativa es moneda corriente, asistimos a un redescubrimiento fascinante de la ventilación natural, no solo como una solución estética o meramente ‘verde’, sino como un componente estructural y funcional imprescindible en la arquitectura contemporánea de nuestra región. Ya no se trata de abrir una ventana y listo; estamos hablando de diseñar el flujo de aire como un sistema integral, desde la concepción del volumen hasta la selección de los materiales, pensando en cómo optimizar el confort térmico y la calidad del aire interior con el mínimo consumo energético.
Respirar Edificios: El Arte de la Ventilación Pasiva
Mirando un poco para atrás, no hace falta ser un erudito para recordar cómo las tipologías arquitectónicas tradicionales en Argentina, desde la casa chorizo porteña hasta la estancia pampeana, incorporaban de forma intuitiva principios de ventilación cruzada y efectos de masa térmica para mantener la frescura. Patios centrales, galerías profundas, aberturas estratégicas… eran soluciones de sentido común que hoy, con la ayuda de herramientas de simulación avanzada y un conocimiento más profundo de la física del aire, se están refinando y aplicando a proyectos de una complejidad mucho mayor. La clave está en entender cómo la diferencia de presiones y temperaturas puede ser ‘dirigida’ para mover volúmenes de aire a través de un edificio, sin depender de máquinas. Esto incluye desde el diseño de chimeneas solares que aprovechan el efecto pila, hasta la configuración de fachadas con elementos que generan el efecto Venturi, o la creación de atrios y dobles pieles que actúan como pulmones del edificio. Para el sector industrial y de la construcción, esto implica un cambio de chip en la planificación: considerar el aire como un ‘material’ más, con sus propiedades y sus flujos, que requiere una integración temprana y colaborativa entre arquitectos, ingenieros y constructores. Es una apuesta por la inteligencia constructiva que, al reducir la huella energética y los costos operativos a largo plazo, no solo beneficia al ambiente, sino también al bolsillo del propietario y al prestigio de la obra. Un win-win, si se quiere, que nos devuelve a la sabiduría de los vientos, pero con el rigor y la precisión del siglo XXI.

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