
Paralelamente, la funcionalidad ha escalado a niveles antes inimaginables. La integración de tecnologías como superficies hidrofóbicas o tratamientos fotocatalíticos ha materializado la promesa de cerámicos autolimpiantes y con propiedades descontaminantes. Estos materiales, que reaccionan a la luz para descomponer materia orgánica o repelen líquidos, reducen la frecuencia y agresividad de las limpiezas, generando ahorros operativos estimados entre un 30% y un 50% en el mantenimiento periódico de fachadas y áreas de alto tránsito. Según la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), la incorporación de cerámicos con estas características en nuevos desarrollos residenciales de más de diez unidades ha pasado de un 5% en 2018 a un 22% en 2024, evidenciando una clara tendencia hacia la minimización del TCO (Total Cost of Ownership) de los activos.
Desde una perspectiva retrospectiva, los revestimientos con propiedades antibacterianas y antivirales, que eran soluciones de nicho para entornos sanitarios en 2017, hoy se integran en una gama más amplia de aplicaciones, desde el sector gastronómico hasta espacios educativos. La conciencia post-pandemia impulsó una demanda de ambientes más seguros, y la industria cerámica respondió con formulaciones que incorporan iones de plata o titanio, capaces de inhibir el crecimiento microbiano en la superficie. Este avance no solo representa un beneficio para la salud pública, sino que también confiere un valor añadido tangible a las propiedades, impactando positivamente en su cotización y atractivo de mercado.
La durabilidad, siempre un atributo clave del cerámico, se ha potenciado con esmaltes de mayor resistencia a la abrasión y a los agentes químicos. Este factor extiende la vida útil de las superficies en un promedio del 50% frente a alternativas de menor desempeño, minimizando la necesidad de reemplazo y las interrupciones asociadas al mantenimiento correctivo, un aspecto crítico en la hotelería y los centros comerciales. La inversión inicial en estos cerámicos de alta prestación, aunque superior en algunos casos, se justifica plenamente a través de un análisis de costo-beneficio a mediano y largo plazo, consolidando la tecnocerámica no solo como una tendencia estética, sino como una decisión económica estratégica en el panorama de la construcción de 2025.