La arteria vital de cualquier economía moderna reside en su capacidad para mover bienes y personas con eficiencia. En este sentido, la última década ha sido testigo de una transformación profunda en la arquitectura del transporte latinoamericano, transitando de enfoques sectoriales aislados a una visión cada vez más consolidada de sistemas multimodales. Desde la perspectiva de Recursos Humanos, esta evolución no es meramente tecnológica o de infraestructura; es, ante todo, un reajuste estratégico que ha demandado y sigue exigiendo una reingeniería del talento, la formación y las capacidades profesionales. Al reflexionar sobre el camino recorrido hasta este 2025, observamos cómo la planificación de la obra pública, antes enfocada en un único modo de transporte, se ha visto compelida a integrar visiones, equipos y, fundamentalmente, competencias humanas para dar forma a corredores logísticos que maximizan la sinergia entre rutas marítimas, fluviales, ferroviarias y viales.
El desafío de articular infraestructura diversa bajo una misma estrategia operacional ha catalizado un nuevo paradigma en la gestión de proyectos de obra pública. Los estudios retrospectivos, como los presentados por la CEPAL en informes clave de principios de la década, ya señalaban la necesidad imperiosa de transitar hacia un modelo multimodal para mejorar la competitividad regional y reducir costos logísticos, que históricamente superaban significativamente los promedios globales. Lo que esos análisis preveían, hoy es una realidad tangible: el desarrollo de hubs logísticos interconectados, la modernización de puertos fluviales y marítimos con conectividad ferroviaria directa, y la optimización de las redes viales para alimentar estos nodos, ha creado un ecosistema laboral dinámico y en constante evolución.
Desde la óptica de Recursos Humanos, esta transición no ha sido sencilla. Ha implicado una demanda creciente de profesionales con habilidades multidisciplinarias: ingenieros civiles con especialización en logística y cadena de suministro, expertos en sistemas de información geográfica (SIG) para la optimización de rutas, planificadores urbanos con visión de intermodalidad, y gestores de proyectos con una profunda comprensión de las complejidades operacionales y regulatorias que atraviesan los diferentes modos de transporte. Universidades y centros de formación técnica en países como Argentina, Brasil y Colombia han respondido con la creación de nuevas carreras y programas de posgrado orientados a esta especialización, formando a las cohortes que hoy lideran estos complejos proyectos. La capacidad de trabajo en equipo entre distintas especialidades, la adaptabilidad a entornos tecnológicos cambiantes y la visión estratégica para integrar eslabones que antes operaban de forma independiente, se han convertido en atributos críticos. La obra pública, entendida ahora como la cimentación de este entramado multimodal, ha pasado de ser un mero ejecutor de infraestructuras a un articulador de valor humano y logístico, impulsando un crecimiento regional más robusto y conectado.