El Tren Argentino: ¿Otro Viaje en Primera o un Boleto sin Destino?
Pero, ¿qué tan sólida es esta reactivación? La visión ética nos obliga a mirar más allá de la maquinaria pesada en movimiento y los renders atractivos. Mientras en Europa y Asia se debate sobre trenes de levitación magnética y redes de alta velocidad con una integración de transporte público multimodal envidiable, en nuestra Argentina todavía estamos lidiando con problemas básicos como el mantenimiento adecuado de vías, la seguridad en los pasos a nivel y la falta de planificación a largo plazo. La inversión, ¿es realmente una política de Estado o una serie de iniciativas dispersas atadas a ciclos políticos? La transparencia en las licitaciones y la continuidad de los proyectos más allá de los cambios de gestión son puntos que, históricamente, han sido nuestro talón de Aquiles.
Proyectando hacia adelante, el desafío no es solo construir, sino asegurar que lo construido sea funcional, eficiente y, sobre todo, rentable. ¿Hemos aprendido de los errores del pasado, donde ramales inaugurados con bombos y platillos terminaban en la desidia al poco tiempo? La gran pregunta es si estas obras se están pensando como parte de una estrategia integral de desarrollo logístico y territorial que beneficie a todos, o si responden más a la urgencia de mostrar gestión o impulsar ciertos sectores económicos sin un sustento profundo. El verdadero éxito de esta expansión ferroviaria no se medirá en los kilómetros de vía colocados, sino en la capacidad de mantenerlos, operarlos eficientemente y que se traduzcan en un servicio de calidad y una red de transporte robusta que Argentina, y su gente, merecen y demandan hace décadas. La meta no es solo que el tren llegue, sino que se quede y funcione.
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