
Las inversiones en colectores troncales, plantas depuradoras de efluentes y la expansión de las redes secundarias reflejan una comprensión profunda de que cada peso invertido en esta infraestructura es una apuesta a la salud pública y al desarrollo sostenible. Técnicamente, el enfoque actual es multidisciplinario. Se prioriza no solo la ampliación de la cobertura, sino también la eficiencia operativa y la resiliencia de los sistemas. Proyectos emblemáticos, como la expansión del Sistema Riachuelo en el AMBA o las obras de saneamiento en grandes centros urbanos del interior como Córdoba, Rosario y Mendoza, no solo aumentan la capacidad de transporte y tratamiento de efluentes cloacales, sino que incorporan tecnologías de vanguardia: desde el modelado hidráulico computacional para optimizar los flujos, hasta la implementación de telemetría y sistemas SCADA para el monitoreo en tiempo real, garantizando así una gestión más eficiente y proactiva. Además, la concepción actual integra la gestión de lodos y la posible generación de energía a partir de biogás, elevando el estándar de lo que se considera un sistema de saneamiento integral.
Esta visión a largo plazo, respaldada por un marco normativo robusto y la colaboración público-privada, posiciona a Argentina como un referente en la región, no solo en términos de ingeniería, sino en la comprensión de que el acceso universal a servicios de saneamiento de calidad es un derecho fundamental y un pilar innegociable para el florecimiento de una sociedad próspera y saludable. La tarea es monumental, pero la dirección es clara y el entusiasmo es palpable.